Las estadísticas, con su sexismo y sus lagunas, nos muestran que muchas de las barreras que experimentan las niñas son determinadas por su género. Esta desigualdad, presente en todas las sociedades, es sin duda la más extendida. En Educo, al igual que las mujeres y niñas con las que trabajamos, tenemos la certeza de que tenemos que acabar con esta injusticia y la desigualdad. Y no solo hoy, en el Día Internacional de la Mujer, sino cada día.

Una de las principales características de nuestras culturas y sociedades es que son lo que se denomina “androcéntricas”. Ello significa que el hombre ha sido tomado como patrón o paradigma de referencia. En cambio, no ha existido una valoración o reconocimiento igualitario hacia la mujer, lo que deviene en un trato desigual en donde las mujeres no son reconocidas como personas con los mimos derechos que los hombres, lo cual puede llegar hasta ser consideradas como ciudadanas de segunda.

Durante la próxima década, 14,2 millones de niñas menores de 18 años serán casadas cada año. Son 39.000 niñas cada día. En Mali, donde trabaja Educo, 52 % de las niñas están casadas antes de cumplir 18 años.

Por otra parte, de los 57 millones de niños y niñas en edad de asistir a la escuela primaria que están sin escolarizar, 31 millones son niñas. En Bolivia, otro país donde opera Educo, las mujeres en centros urbanos tienen una media de 10,2 años de escolarización, y en zonas rurales solo 4,9 años.

Asimismo, el reto en el plano escolar es grande ya que el sistema educativo de la región latinoamericana mantiene y fomenta las relaciones desiguales que se manifiestan: en la ausencia de currículos con perspectiva de género, el lenguaje discriminativo y sexista hasta la violencia sexual.

De acuerdo a los Análisis Situacionales de Derechos de Niñez (ASDN) elaborados por Educo en 4 países de la región, tienen como hallazgos similares que las niñas limitan su derecho a la educación a causa del embarazo adolescente, provocado la por violencia sexual hacia las niñas, las cuales son vistas como objetos sexuales. Recibir una educación es fundamental para las niñas, pero a menudo se pasa por alto debido a las profundas estructuras patriarcales.

Para el caso de El Salvador el ASDN revela que, en buena parte de las diferentes instancias del estado, y más aún a nivel de las familias y sociedad civil en general, prevalece una concepción distorsionada e inequitativa de ser niña o adolescente mujer, basada en una visión tradicional machista que desvaloriza a las niñas y las adolescentes, frente al rol de poder que se asigna a los niños y adolescentes hombres.

Es importante señalar también que la fuerte prevalencia del fenómeno del embarazo adolescente en toda la región el cual se asocia con el fenómeno de las uniones tempranas. Muchas veces, cuando ha ocurrido un embarazo no deseado, la adolescente se ve forzada a abandonar su hogar y formar una nueva familia. Las uniones tempranas durante la adolescencia afectan el desarrollo vital de las mujeres, así como impiden el pleno goce de sus derechos.

Pero la realidad puede ser superada si hay mentes sin límites como el caso de Margarita Alemán en Guatemala a quien gozar su derecho a la educación le significó un camino cuesta arriba. Desde muy pequeña quedó huérfana y se crio con su tía, a los 13 años emigró a la ciudad capital y se dedicó durante muchos años a trabajos domésticos.

En su juventud sufrió por el analfabetismo, pero ya en la capital trabajó en casa de una familia quienes le dieron la oportunidad de estudiar en Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica. De esa forma logró estudiar todo el nivel primario; ella menciona estar agradecida de conocer la educación por la radio.

Desde hace 3 años ha estado participando en el proyecto “Gestionando el desarrollo rural, la seguridad alimentaria y la reivindicación de una vida digna” que se ejecuta en 8 comunidades indígenas de Quiché, financiado por de Educo con su socio local el Comité Campesino del Altiplano (CCDA). Doña Margarita ahora es la líder de 55 mujeres y es parte de la Asociación de agricultores Jopuq’ Winaq que funciona en su comunidad.

Violencia de género

En América la violencia contra las mujeres es donde tiene números muy altos, pasa por la violencia, verbal, psicológica hasta violencia sexual y física que termina en muchas ocasiones en muerte, en la región según el Observatorio de Igualdad de Género de CEPAL 2795 fueron víctimas de feminicidio el 2017 en la región.

La violencia sexual hacia las niñas es particularmente atroz, con datos alarmantes, en los que destacan explotación sexual en niñas en edades muy tempranas como los 9 años. Karen de Bolivia fue parte de víctimas de este flagelo. A temprana edad paso de vivir con sus padres a estar bajo la tutela de un tío y su familia, hogar donde fue altamente violentada.

Posteriormente a sus 16 años fue acogida por sus padrinos donde sufrió también violencia por su padrino, quien intentó violarla. Karen pudo salir de ese círculo gracias al apoyo de la Fundación Munasim Kullakita, entidad apoyada por Educo, la cual ayuda a niñas víctimas de violencia en particular de la explotación sexual. Ahora Karen ha logrado sacar sus estudios universitarios y en este año espera graduarse de la carrera de trabajo social.

La discriminación de género ya representa un obstáculo considerable para las mujeres y las niñas, pero si añades una discapacidad a esta injusticia, el escenario se vuelve aún más difícil. En Bolivia, 3 de cada 100 personas tienen una discapacidad. Pero eso no ha sido un freno para Andrea Cornejo.

A los 9 años, Andrea fue diagnosticada de atrofia muscular espinal tipo 2, una rara enfermedad degenerativa que quita la fuerza de los músculos. Tuvo que esperar a tener 16 años para poder operarse, hecho que le llevó a necesitar una silla de ruedas.

La operación marcó un antes y un después en su vida. Consciente de la discriminación que ya experimentaban niñas y mujeres en Bolivia, ahora también se enfrentaba al prejudicio adicional hacia las personas con discapacidades.

No fueron solo las barreras físicas o las escuelas y el transporte público no adaptados a las sillas de ruedas, pero más bien la actitud de tantas personas que empujaron a Andrea a ser activista. “Los niños, niñas y adolescentes con discapacidades tienen que dejar de ser víctimas y convertirse en protagonistas”, declara. En 2015 fue elegida como consejera municipal en la ciudad de La Paz en Bolivia.

Al igual que para Andrea, el trabajo de Educo está construido sobre la convicción de que todos los niños y niñas deben tener la oportunidad de disfrutar de sus derechos, independientemente de su género, capacidad o cualquier otra condición. Pero los datos lo demuestran, las niñas y las mujeres sufren una grave discriminación en todo el mundo.

Promover la equidad de género y los derechos de las mujeres y las niñas no es solo una cuestión de justicia social, sino un principio inherente de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y un requisito esencial para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El tema de la ONU para el Día Internacional de la Mujer este año es “Pensar en igualdad, construir con inteligencia e innovar para el cambio”. A través del trabajo de Educo, sabemos que las mujeres y las niñas son capaces y ya piensan en igualdad, construyen con inteligencia e innovan, siempre y cuando pueden tener esta oportunidad.

Hacemos una llamada para que cada mujer y niña tenga el derecho y la posibilidad real de decidir y construir el futuro que quiere para su cuerpo y su vida. Queremos un mundo diverso y colorido en el que el rosa y el azul no pongan límites, donde nadie le dice hasta dónde puede llegar a una mujer o a una niña, ni hoy ni mañana.