Contexto situación de mujeres en Nicaragua
A nivel general Nicaragua es el tercer país más pobre de América Latina, según cifras del Banco Mundial. Parte de este sub desarrollo se debe a su historia de luchas y revoluciones sociales que afectaron su desarrollo entre los años de 1979 a 1990 así como la instalación en los años 90s de gobiernos con altos niveles de corrupción.
La violencia de género es una de las formas más crueles de expresión de esta condición de desigualdad y subordinación, profundamente arraigada en la estructura política, social, cultural y económica del país. Las expresiones de violencia física, sexual, verbal y económica se manifiestan en la vida de las mujeres nicaragüenses incluso desde la más tierna edad y hasta la vejez, siendo el femicidio la manera más brutal de manifestarse.
Al evaluar algunas de las cifras que registran la ocurrencia de la violencia en contra de las mujeres en Nicaragua, encontramos rangos de ocurrencia que la colocan como un grave problema de salud pública y de seguridad ciudadana: casi la mitad de las mujeres urbanas (42.8%) y una tercera parte de las mujeres rurales (28.1%) han sido sometidas a violencia verbal, para una media del 36.7%, una de cada 5 mujeres ha sido sometida a violencia física, para el caso de las mujeres urbanas este índice se incrementa y de cada 4 (26.4) y el 10% reporta haber sido víctima de violencia sexual[1].
El embarazo de adolescentes como una expresión de violencia de género se ha mantenido en las últimas décadas altos índices de incidencia: 24.4 (15-19 años), esto sin incluir los embarazos en niñas entre los 11 – 14 años. Nicaragua se mantiene como uno de los cuatro países de América Latina y del Caribe que registra el mayor porcentaje de natalidad en el segmento de 15 a 19 años. En Nicaragua un 28% de las mujeres entre los 20 y 29 años informaron haber dado a luz antes de los 18 años. Estudio del UNFPA sobre Maternidad en la Niñez -2013
Una historia de persistencia y superación
En la escuela rural Rubén Darío de la comunidad Yankee I en Jinotega, en el Norte de Nicaragua trabaja impartiendo primero y segundo grado de primaria la profesora Betty Lourdes Talavera, quien se dedica a la docencia y trabajo en educación desde hace 30 años.
Su vida era muy diferente en los años 80, tiempos en los que el país vivía la efervescencia de una revolución mezclada con sueños de libertad y de restitución de derechos en especial de la educación. Fue así como Betty se integró a aprender sus primeras letras junto a adultos, en el proyecto Cruzada Nacional de Alfabetización, un esfuerzo del gobierno para reducir las altas tasas de analfabetismo que alcanzaba el 50% del total de la población en esa época.
Betty expresa que siempre soñaba con algún día ser maestra o enfermera, pero consciente de sus limitaciones al proceder de una familia muy pobre, pensaba ese sueño como un imposible, recuerda que ayudaba a su mamá en las tareas de la casa, con ventas en la calle o en el campo al lado su abuelo.
A los 13 años, en 1987, luego de la experiencia de la cruzada, se integra esta vez como voluntaria para alfabetizar y dar educación a adultos. Ella asumió el riesgo, a pesar de la situación de guerra vivía el país, pues estaban en pleno conflicto armado. Afortunadamente, llego la paz al país en 1990, aunque se casara en a los 17 años, ella pudo continuar con su secundaria hasta completar su bachillerato.
La maestra cuenta que le gustaba el trabajo social y comunitario, se enroló como voluntaria de salud, luego con el Ministerio de Salud como brigadista. Asimismo, en esa época trabajó para Educo a través de capacitaciones con padres en temas relacionadas al reforzamiento educativo.
Al finalizar los programas sociales en los que participaba, y enfrentándose a una situación difícil en su relación de pareja y sin trabajo, es entonces, cuando buscó apoyo para de una ONG cristiana, quienes le proponen fundar una nueva escuela en un lugar remoto de Jinotega en donde había muchos niños fuera del sistema escolar. La escuela se abrió con su coordinación, hoy en día es la escuelita de la comunidad “El Níspero”.
Aunque ejercía como maestra en la escuela fundada por ella, Betty nunca se conformó y es a partir del 2009 consigue pagar sus estudios universitarios los sábados, graduándose de licenciada en pedagogía en la Universidad de Jinotega. Es entonces, en el año 2014 que el Ministerio de Educación le da la plaza como docente y su sueño por fin es una realidad.
Hace dos años Betty se traslada a trabajar en la escuela “Rubén Darío”, donde nuevamente tiene contacto con Educo, capacitándose en temas diversos, como derechos de la niñez, protección y educación, género y gestión de riesgos. así mismo nos relata que ha sido capacitada en temas relacionados a la gestión integral del riesgo.
“Nosotras las mujeres si nos caemos debemos de levantarnos siempre, y luchar por lo que queremos, si queremos lograr algo tenemos que proponérnoslo; con dificultades o con problemas si luchamos por lo que queremos lo vamos a lograr” menciona la maestra Betty.
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